domingo, 21 de octubre de 2012

Capítulo 18 Buenas noticias

Volvimos a casa hacia las 2 de la madrugada o así, estábamos todos reventados. Nos habíamos despedido de Dani y Chiara, quedamos en volver a llamarnos en unas semanas, ya que ellos se iban de crucero a Hawái la semana siguiente. En cuanto llegué fui directa a mi habitación, me desmaquillé y me puse mi pijama fresquito. Caí rendida en cuestión de minutos entrando en un profundo sueño. Una vez leí un artículo que decía que siempre soñamos con algo, lo que pasa es que no todos los días recordamos nuestros sueños y creemos que no hemos soñado.  

A la mañana siguiente desperté con energía, cosa que me extrañó ya que siempre me levantaba cansada. Fui a la cocina a por algo de comer y me tumbé en el sofá. Lucas apareció en pijama balanceándose de un lado a otro.

-Buenos días. –dijo él sentándose a mi lado.

-Hola, ¿te pasa algo? Estás como en otro mundo…. –pregunté extrañada.

-No…Tan sólo estoy muy relajado. –dijo con una voz rara. No hay quién le entienda, en fin…

-Ah, vale… ¡Oye! Se me ocurrió una idea genial el otro día. –dije recobrando el entusiasmo con el que me había levantado. – ¿Quieres oírla?

-¿Una idea genial? ¿Una de tus geniales ideas otra vez? Por dios, no quiero oírla. Siempre que planeas algo acabamos mal. –dijo suspirando, le hice una mueca y seguí a mi rollo.

-¡Eh! Eso no es cierto, que sepas que esta es buena de verdad. –me quejé. –Bueno, ¿quieres oírla o no?

-No…-resopló.

-Bueno pues he pensado en darle una sorpresa a Will. Me dijo un día que le gustaría ir a la casa de su abuelo en Dakota del Sur y he pensado en ir. –dije satisfecha de mi idea.

-¿Yo no te he dicho que no quería oírlo? –preguntó esbozando una pequeña sonrisa.

-¿A caso no sabes que me daba igual tu opinión y que te lo iba a explicar de todos modos? Qué poco me conoces a veces, Lucas. –dije irónica y puso los ojos en blanco. –Pero… ¿A que mi idea es genial?

-Bueno, no está mal. Me esperaba alguna locura pero, ¿Cómo piensas darle la sorpresa si ni siquiera sabes dónde es?

-Anda calla, que me chafas la ilusión. Ya lo tengo todo pensado, listo. He hablado con su abuelo, muy majo por cierto, y ha aceptado encantado. Me dio la dirección y está todo preparado. Nos iremos la semana que viene. –respondí con orgullo.

-A ver, cotorra. ¿Cómo le has llamado sin que se entere?

-Le cogí su móvil. –respondí en tono obvio. –Y no soy ninguna cotorra.

Me levanté del sofá dejándole con la palabra en la boca. Aún tenía hambre así que volví a la cocina y me bebí un vaso de zumo de naranja. Fui a vestirme a mi cuarto, había pensado salir a correr. Me puse un chándal gris y mis zapatillas de deportes, me hice una coleta alta y cogí mi IPod. Al salir de casa una fresca brisa me golpeó el cuerpo, era agradable. Siempre había querido ir a correr a Central Park, como en las películas. Así que eso es lo que hice. Mientras corría iba observando la gente que había en el parque: niños jugando al béisbol, gente mayor paseando y dándole de comer a las ardillas, gente haciendo ejercicio… Sonaba One More Night de Maroon 5, me encantaba ésa canción. Llevaba una hora y pico corriendo así que decidí que ya estaba bien por hoy, tenía ganas de volver a casa. Al regresar me encontré un sobre encima de la mesa, era de mi madre. Dentro había una cantidad considerable de dinero y unas hojas de inscripciones de algo que no presté atención. Cogí la carta que había y comencé a leerla:

Lucas y Júlia,

Os he enviado más dinero en efectivo porque estoy segura de que por ahora os hará falta, pero no estaría nada mal que empezaseis a buscar un trabajo. Tengo una buena noticia que daros, ha llegado una carta a casa ésta mañana, era de la Universidad. ¡Os han concedido una beca a cada uno para empezar vuestro primer curso universitario allí! ¿No es genial? En el sobre encontraréis todos los papeles así que nos han enviado. Estoy muy orgullosa de vosotros, chicos. Llamadme cuando estéis seguros de lo que queréis hacer pero daros prisa porque los plazos de inscripciones cerrarán pronto.

Os quiero muchísimo,

Mamá xx

-¡Ahhhh! –chillé al procesar toda la información que acababa de recibir. – ¡Voy a ir a la Universidad en Estados Unidos!

Me callé al ver que estaba hablando sola pero seguía inmensamente emocionada, por lo que empecé a dar saltos. Cogí el sobre y miré dentro, ahí estaban los papeles de inscripción. ¿Pero… para qué Universidad? Leí atentamente, tenía 5 para escoger. Yale. Guau, una primera opción increíble. Columbia University. Tampoco se quedaba corta, además ésta estaba en Manhattan, por lo que me quedaba relativamente cerca. New York University. Otra más que estaba en la ciudad. Harvard University. Simplemente no me lo podía creer, esto no me podía estar pasando a mí. Era demasiado genial. Stanford. Guau de nuevo. Esto estaba en California. Hice bien en solicitar las becas. Leí y releí mil veces la hoja de inscripción y la carta de mi madre, quería comprobar que era real. Presentía que sería genial…

Me duché y me cambié de ropa. Cuando Lucas llegó a casa le enseñé el sobre y se emocionó tanto como yo o más. Todo esto significaba que cuando terminara el verano, no tendría que regresar a casa, así que podría seguir viendo a Will. Era una noticia estupenda pero no pensaba contárselo todavía, le daría una sorpresa.

La semana pasó sin nada fuera de lo corriente. Ya tenía todo preparado para el viaje y Will no sospechaba nada. Todo marchaba perfecto. Lucas y Noah no venían con nosotros, dijeron que querían dejarnos solos, así ellos también pasaban unos días juntos. Pasaron los días volando pero me costó bastante no irme de la lengua y contarle a Will mi sorpresa. Hice un gran esfuerzo. Y llegó el domingo. Al día siguiente salíamos muy pronto hacia Dakota del Sur. Aquella misma tarde le dije a Will que hiciera la maleta para una semana, que tenía preparada una sorpresa. Insistió mucho en que le dijera a dónde íbamos pero no me sacó nada. Eran las 8 de la noche y aún no tenía nada metido en la maleta. Siempre haciendo las cosas en el último momento, como bien me solían decir mis padres de pequeña. Me encontraba en mi habitación con la ropa encima de la cama, ordenada en montoncitos. Estaba bastante indecisa, no sabía qué llevarme exactamente.

-¿Todavía estás así, Júlia? –preguntó Lucas apareciendo de la nada en mi habitación.

-Es que no sé qué llevarme. –me quejé. –Ayúdame, plis.

-No puedo, estoy haciendo la cena. –dijo girándose y yéndose. Resoplé y me dispuse a decidirme de una vez. –Ah, ¡Y date prisa, Júlia! Mañana os vais pronto.

Esto último lo chilló desde la cocina. Cierto, mañana me tocaba madrugar. No me hacía mucha ilusión que se dijese.

Tras una hora y media conseguí acabar la maleta. Al fin… Fui al comedor y me senté junto a Lucas a ver la tele.

-Tu cena está en la encimera de la cocina. –me informó.

-Gracias, Lucas. –dije dándole un beso en la mejilla.

Cené rápidamente y le di las buenas noches a mi hermano. Quería irme pronto a dormir. Me puse el pijama y cogí el móvil, tal y como hacía cada noche. Tenía un mensaje de Will.

Todo listo para mañana. Me muero de ganas de saber cuál es tu sorpresa, ¿no me lo podrías decir? Vale, ya sé que dirás que no. Entonces no sería una sorpresa. Hasta mañana pequeña, que duermas bien y sueñes conmigo. Yo soñaré contigo. Te quiero mucho.

Buenas noches princesa xxx

Qué mono. Me lo comía. ¿Por qué era tan increíblemente perfecto? Le respondí y me metí en la cama con una sonrisa difícil de borrar. No me costó nada dormirme e hice lo que me dijo. Aquella noche soñé con Will.


Disculpad por la tardanza, siento muchísimo haber tardado tanto. Entre que estoy llena de exámenes y no tengo mucha inspiración para escribir...Mis disculpas de nuevo. Intentaré subir pronto el próximo^^ Muchas gracias por leer la novela,estoy muy agradecida por el apoyo.Os quiero mucho y besos:)

domingo, 7 de octubre de 2012

Capítulo 17 Cena con amigos

A la mañana siguiente, desperté por los rayos de luz que entraban por mi ventana. Eran las 12.30 de la mañana o así y me dolía todo el cuerpo. Hice la cama rápidamente y fui a desayunar. Aquella mañana tenía especialmente hambre por el hecho de que la noche anterior no había cenado. Me bebí un vaso de leche y comí un par de galletas. Decidí que hoy me iría a la playa un rato. A Lucas le pareció bien la idea, y en 15 minutos, los dos nos encontrábamos en el metro hacia Coney Island. Hoy era un día bastante caluroso y soleado; lo más normal en pleno agosto. Me había puesto mi bikini favorito, el azul con topos blancos, y un vestido blanco muy fresquito. Extendí mi toalla y cogí un libro que tenía bastante abandonado últimamente. Me enfrasqué en la lectura de A tres metros sobre el cielo, de Federico Moccia. Un gran escritor de novelas románticas. Busqué a mi hermano con la mirada. Estaba jugando a las palas con unos chavales de nuestra edad. Admiraba su forma de ser. Siempre tan extrovertido. Tenía una inmensa facilidad para hacer amigos, cosa que siempre había envidiado. Yo era todo lo contrario, aunque tengo que decir que siempre he sido una persona muy independiente. No necesito a nadie para pasarlo bien. Me gusta pasar mi tiempo en compañía pero también disfruto de la soledad. Es agradable.

Me cansé de leer y empecé a observar a la gente que había en aquella abarrotada playa. Decenas de niños neoyorquinos jugando en la arena, bañándose en el océano, disfrutando del verano y de las vacaciones. Sin embargo, me llamó bastante la atención una niña de unos 4 o 5 años que jugaba en la arena a hacer castillos. En aquel instante mi mente se llenó de recuerdos de cuando era niña. De algún modo, me sentí identificada con ella. Amaba el mar con toda mi alma. Siempre lo había preferido antes que las piscinas. Pensé en cómo sería vivir en una ciudad que no tiene playa. Creo que me sería prácticamente imposible. Yo no puedo vivir sin el mar. Ese uno de los motivos por los que amo mi ciudad. Es tan relajante. Sacudí la cabeza volviendo en mí. Uno de mis mayores defectos es la facilidad que tengo para perderme en mis pensamientos y paranoias, y olvidarme así, de la realidad. Soy un despiste absoluto pero, ¿Qué se le va a hacer? Guardé el libro en mi bolso y me dispuse a meter los pies en el agua. Sin duda, el agua del Océano Atlántico está mil millones de veces más fría que el agua del Mar Mediterráneo. Me metí de golpe sin pensármelo dos veces. Mucho más fácil así. Dios mío, estaba tan helada como un cubito de hielo pero era relajante.

Pensé en qué haría después de la playa. Me apetecía comerme una buena hamburguesa con patatas. Y luego, quizá podría ir de compras o a dar otro paseo. Caí en la cuenta de qué había quedado que llamaría a Dani. Bueno, después de comer. Will me había llamado esta mañana para decirme que hoy iba a comprar los libros para el nuevo curso de universidad. Y de Noah no sabía nada desde anteayer.

-¡Ei, Juli! ¿Quieres jugar con nosotros a un partido de voleibol? –me preguntó Lucas desde la arena.

Salí del agua para acercarme a él y a sus dos nuevos amigos.

-Claro, ¿Por qué no? –dije convencida. –Hola, soy Júlia, la hermana de Lucas.

-Encantado, Júlia. Yo soy Kyle y ella es Linette. –dijo presentándose el chaval moreno que estaba con mi hermano.

Les saludé amistosamente a los dos y fuimos jugar los cuatro el partido. Nos dividimos en dos equipos, Linette y yo, por un lado, y Kyle y Lucas. Fue fácil ganarles, esa chica y yo hacíamos un buen equipo. A mí no se me daba demasiado mal el voleibol y ella era bastante buena jugadora. Me cayeron bien desde un principio. Parecían chichos muy majos. Comimos los cuatro unas hamburguesas sentados en la orilla de la playa.

-Oye, Lucas, ¿Te parece si llamo a Dani y quedamos con él esta tarde? –le pregunté a mi hermano después de despedirnos de Kyle y Linette, que se tenían que marchar.

-Genial, tengo ganas de verle. –respondió sonriente.

Cogí mi móvil y marqué su número de teléfono.

-¿Hola?

-Hola Dani, soy Júlia.

-¿Qué tal, guapa? –dijo riéndose.

-Muy bien, ¿y tú? Me preguntaba si te va bien quedar esta tarde y ves también a Lucas.

-También, gracias. ¿Esta tarde? Perfecto, pero si lo prefieres veniros a cenar esta noche a mi casa y ya de paso conocéis a mi novia. ¿Qué te parece?

-¡Vale! Por mí bien. –respondí alegre. – ¿Te importa si viene alguien más con nosotros?

-Para nada, cuántos más, mejor.

-Gracias, Dani. Nos vemos luego. Un beso.

-Hasta luego, Juli. Ahora te mando la dirección.

Colgué el teléfono y le conté los planes que teníamos para aquella noche a mi hermano. Él aceptó encantado y volvimos a casa para ducharnos y vestirnos para la cena. En cuanto llegué a casa llamé a Noah y a Will para ver si podían venir a la cena.

-¿Will?

-Hola, preciosa. ¿Cómo estás? –respondió su dulce voz al otro lado del teléfono.

-Bien, ¿Y tú? Oye, te quería preguntar si tienes algo que hacer esta noche. –pregunté mordiéndome las uñas.
–Me gustaría presentarte a alguien.

-¿Esta noche? Para nada. ¿A alguien? ¿Quién es? –preguntó curioso y a la vez algo extrañado.

-Sí, la verdad es que es algo raro. Me encontré con Dani, fue mi mejor amigo de pequeña. –expliqué brevemente.

-Ah, vale. ¿Nos vemos entonces? ¿Dónde tengo que ir?

-Por supuesto, ven a casa a las 8 y vamos desde aquí. –aclaré.

-Ok, allí estaré, preciosa. Hasta luego.

Colgué el teléfono y fui hacia el salón. Lucas hablaba por teléfono con Noah. Esperé a que terminaran para poder hablar con él.

-¿Has hablado con Noie? –pregunté cogiendo una de las galletas que había sobre la mesita de enfrente del sofá y llevándomela a la boca. Mmm… chocolate.

-Sí, dice que puede venir. ¿Hemos quedado a las 8, no? –respondió él.

-Yes. Bueno, voy a ducharme y vestirme para esta noche. –dije finalizando la conversación.

Fui a mi habitación y cogí todo lo necesario para ducharme. Faltaban unas tres horas para la cena así que me estuve un largo rato en la ducha, bajo el agua ardiente. El agua caliente me despejaba la mente, aclaraba mis ideas. Aún tenía planes en mente que llevar a cabo. Que pronto llevaría a cabo. Salí de la bañera algo adormilada. Me sequé con la toalla y me puse mi cómodo y suave albornoz azul. Volví a mi habitación y rebusqué por mi armario algo qué ponerme. Tras una larga y exhaustiva búsqueda, di con algo que me gustaba. Me puse unos tejanos largos oscuros, una camiseta blanca de tirantes, mis tacones negros y una chaqueta de cuero negro, de ésas que parecen de motoristas. Me sequé el pelo y me lo recogí en una coleta alta. Me maquillé lo justo, no me gustaba demasiado maquillarme. Eran las 7 todavía. Cogí mi portátil y pasé todas las fotos que había hecho al ordenador. Estuve la hora que me quedaba escuchando música en YouTube. Viendo videoclips nuevos que iban saliendo, y recordando los viejos. Hacía bastante tiempo que no entraba en el ordenador. Desde que había llegado a Nueva York, había entrado apenas una par o tres de veces, no más.

-Juli, ¿estás lista? Tenemos que irnos ya. –dijo Lucas apareciendo por el marco de mi puerta.

-Sí, claro. En seguida salgo. –respondí sonriente.

Paré la música y apagué el ordenador. Cogí un pequeño bolso negro con topos blancos y metí el móvil y las llaves de casa. Salí al salón donde ya estaban los tres preparados para salir. Noah llevaba un precioso vestido azul agua de palabra de honor, con ligeras ondas en las puntas de su brillante pelo. Iba guapa y elegante, como siempre. Will llevaba un polo blanco, con los primeros botones abiertos, y unos tejanos bastante oscuros, y sus bambas Nike. Se había alborotado el pelo a su manera tan peculiar que me encantaba. Corrió a abrazarme en cuanto me vio aparecer en el salón, a lo que respondí encantada. Me susurró al oído que iba preciosa, no puede evitar que en mi cara apareciera una amplia sonrisa y mis mejillas enrojecieran. Lucas llevaba la camisa blanca que le regalé por nuestro pasado cumpleaños, y unos tejanos cortos por las rodillas, y sus Converse blancas. Se había hecho una especie de tupé que no me desagradaba en absoluto.

Abracé a Noah también y le di dos besos. Una vez estábamos todos listos, salimos a la calle y fuimos hacia la estación de metro que había más cerca de casa. Dani me había enviado la dirección, no era difícil llegar pero preferíamos ir en metro antes que en coche. Salimos a la calle de nuevo, la temperatura ahora era perfecta. No hacía ese típico calor pegajoso y aplastante ni tampoco frío provocado por vientos. El cielo despejado y se veían muchas estrellas. Me extrañó bastante ya que Nueva York era una gran ciudad con bastante polución. Dimos rápidamente con la calle donde vivía nuestro amigo gracias a las indicaciones que teníamos. Dani vivía en un apartamento en un barrio muy tranquilo y bonito de la ciudad. Picamos al timbre y al instante, la puerta se abrió y pasamos al interior del edificio. Cogimos el ascensor y subimos hasta la cuarta planta. Ático D. Tras la puerta, apareció un sonriente Dani junto con una chica de pelo castaño, que debía ser su novia.

-¡Dani! –saludé alegre y fui a darle un gran abrazo. Lucas me imitó y fue a saludar a su amigo, que tanto tiempo hacía que no veía.

-Dios, tío. ¡Cuánto has cambiado! Parece que has crecido y todo. –bromeó Dani y me reí. De pequeños nos solíamos burlar de mi hermano porque era bastante bajito, pero ya había dado el estirón. –Bueno, os presento a mi novia, ella es Chiara.

-Oh, encantada, yo soy Júlia. Él es Will, mi novio, y ella es Noah, la novia de Lucas. –dije presentándolos a todos. –me acerqué a ella y le di dos besos.

-Encantada, ¿Y tú eres Lucas, verdad? –preguntó ella con un bonito acento italiano.

-Sí, un placer. –dijo educadamente mi hermano.

Terminamos las presentaciones y nos dirigimos a la mesa para cenar. Era un apartamento muy bonito y sencillo. Era el típico neoyorquino que sale en las películas y series de televisión, esos que tienen las paredes como de tochos rojizos. Nos sentamos los cuatro en la mesa mientras Dani y Chiara traían los platos. De la cocina llegaba un olor exquisito. Me estaba entrando hambre.

-Espero que os guste la pasta, Chiara la hace buenísima. –dijo Dani sonriendo cuando nos trajo a todos los platos. Todos asentimos y reímos. La probé y estaba realmente buena.

-Mm… está deliciosa, Chiara. –dijo mi hermano haciendo el tonto. Ella sonrió amablemente.

-Oh, muchas gracias. Es una receta familiar. –respondió alegre.

-¿Así que eres italiana, verdad? Tienes un acento precioso. –pregunté sacando tema de conversación.

-Sí, soy de Nápoles. –añadió ella dibujando una sonrisa mientras Dani le cogía la mano cariñosamente. –Mi familia tiene un restaurante allí desde hace siglos.

-No me extraña, está delicioso. –comentó Will. –Soy un amante los espaguetis.

Nos reímos y seguimos conversando sobre distintos temas. Fue una noche muy agradable, Chiara era una chica muy simpática y alegre. Me caía muy bien, me pareció una buena chica para mi amigo. Además era bastante mona. Pasamos horas contándonos lo que había sido de nosotros, la mayoría de cosas que Dani contaba ya las recordaba, ya que el día anterior me las había explicado. La noche pasó rápidamente entre risas y bromas, habíamos congeniado bien todos, cosa que me alegraba mucho. Los chicos no paraban de hacer tonterías como niños pequeños. Hacía las 12 o así nos sentamos en los amplios sofás. Chiara, Noah y yo hablamos animadamente sobre distintos temas mientras los chicos jugaban a la Play 3, mira que les gustaba. A mí se me solían dar bastante mal los videojuegos normalmente. Will dejó su mando y se acercó a mí con una sonrisa en la cara. Me propuso jugar contra él y acepté sin pensarlo dos veces a pesar de que yo no sabía. Fue divertido, sobre todo porque yo lo único que hacía era quejarme de que el juego era defectuoso y soltar palabrotas en castellano cada vez que algo me salía mal, que solía ser muy a menudo. Los chicos se reían de mis tonterías mientras Chiara y Noah me apoyaban animadamente. Lo pasé muy bien jugando a pesar de que finalmente perdí pero aposté con Will a que la próxima vez que jugase le ganaría. La verdad es que no sé porque hice esa apuesta. Perdería seguro.